Nada como una feria de arte contemporáneo para volver a sorprenderse ante el "arte" de vender. Pero una cosa es un museo donde todas las obras están, por así decirlo, fuera del mercado comercial; y otra una exposición donde artistas y galerías buscan monetizar su trabajo entre coleccionistas e inversores de primer nivel. En ese espacio, además de artístico, se reúne una buena muestra de lo que podríamos considerar la máxima expresión del marketing directo, social y relacional. ¿O se creen que es fácil vender el plano de un agujero, o que quién lo compra es un estúpido sin sentido?
En la última película de Scorsese, "El lobo de Wall Street", su protagonista, Leonado DiCaprio, arenga a alguien que quería formar parte de su equipo: "Toma este bolígrafo y véndemelo". Un ejercicio simple con el que DiCaprio quería poner a prueba las habilidades del pretendiente al puesto de broker. Una práctica para la que se precisa capacidad de seducción, convicción, interactividad, discriminación positiva (localizar los clientes más valiosos), receptividad (para ponerse en el lugar del otro), imaginación. Una serie de características que, como en la feria de arte, nos presentan las habilidades de las que nos servimos en las agencias de comunicación y marketing para conseguir nuestro objetivo (el de nuestros clientes), vender, y cuya puesta en práctica redundará en argumentar con más aplomo nuestro trabajo diario.